Ciudad de México, 20 de mayo de 2025 – La icónica plancha del Zócalo capitalino, corazón histórico y político de México, se ha transformado en un auténtico mercado desbordado de caos y desorden. Cientos de comerciantes ambulantes, alineados en triple fila desde la Catedral Metropolitana hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), han tomado por asalto este espacio emblemático, donde antes apenas se contaban una veintena de vendedores. La llegada masiva de estos comerciantes coincide con el plantón instalado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) el pasado 19 de mayo, un evento que ha desatado una tormenta de controversia y malestar entre los capitalinos.
Una invasión sin precedentes
Lo que alguna vez fue un espacio peatonal, ideal para turistas y transeúntes que admiraban la majestuosidad del Zócalo, hoy es una ruta de obstáculos. Los puestos ambulantes, que ofrecen desde ropa y accesorios hasta comida callejera, han proliferado de manera alarmante, ocupando cada rincón disponible entre las casas de campaña de los maestros en protesta. Según testigos, el tramo que va desde la Catedral hasta la SCJN, antes despejado, ahora parece un tianguis improvisado, con vendedores instalados en hileras que dificultan el paso y generan aglomeraciones. “Es imposible caminar sin tropezar con alguien o algo. Esto ya no es el Zócalo, es un mercado descontrolado”, lamenta María Fernanda, una turista que visitaba la Ciudad de México por primera vez.
El aumento de comerciantes, que supera los 230 según reportes, ha sido atribuido al plantón de la CNTE, que desde el 14 de mayo exige un incremento salarial del 100% y la derogación de la Ley del ISSSTE de 2007. Los maestros, con sus tiendas de campaña, han creado un ambiente propicio para que los vendedores informales aprovechen la afluencia de personas y la falta de control por parte de las autoridades. “Es como si el Zócalo se hubiera convertido en tierra de nadie. Los ambulantes llegaron y se quedaron, y nadie hace nada”, denuncia Juan Carlos, un comerciante formal del Centro Histórico.
La furia de los capitalinos
La situación ha encendido los ánimos de los habitantes de la capital, quienes ven con impotencia cómo uno de los espacios más representativos del país pierde su esencia. “Esto es un desorden total. El Zócalo es para todos, no para que unos cuantos lo conviertan en su mercado personal”, expresa con indignación Laura González, una oficinista que transita diariamente por la zona. Las redes sociales han estallado con quejas, y publicaciones en X como la de @LaColoniaJuarez reflejan el sentir general: “Triste situación, turistas y peatones perdiendo espacio frente al ambulantaje”.
Los transeúntes reportan que el paso es tan estrecho —en algunos puntos de menos de un metro— que caminar se ha vuelto una odisea. Turistas nacionales y extranjeros, que suelen visitar el Zócalo para disfrutar de su valor cultural, se encuentran atrapados entre puestos, carritos de comida y el bullicio constante. “Vine a tomarme una foto frente a Palacio Nacional y terminé comprando calcetines porque no podía pasar sin que me ofrecieran algo”, relata con ironía Miguel, un visitante de Guadalajara.
Un problema que trasciende el Zócalo
La proliferación de ambulantes no es un fenómeno nuevo, pero la magnitud actual ha reavivado el debate sobre la regulación del comercio informal en la Ciudad de México. Expertos señalan que la falta de un criterio claro para abordar esta problemática, sumada a la tolerancia inestable de las autoridades, ha permitido que el ambulantaje se desborde. “Es una relación de permisividad impredecible que termina siendo perjudicial para todos”, explica Tiana Bakić Hayden, investigadora de Estudios Urbanos en el Colegio de México.
Los comerciantes establecidos, por su parte, están al borde de la quiebra. La presencia masiva de ambulantes ha provocado una caída de hasta el 40% en las ventas del Centro Histórico, según reportes recientes. “Nosotros pagamos impuestos, rentas, luz, y ellos simplemente llegan, se instalan y venden sin ninguna regulación. Es injusto”, afirma Esther Merino, representante de la Alianza Empresarial y Comercial del Centro Histórico.

¿Y las autoridades? Ausentes en el caos
La ciudadanía también apunta su frustración hacia las autoridades capitalinas, que parecen haber perdido el control de la situación. A pesar de la presencia de elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, los puestos ambulantes operan a plena luz del día, incluso frente a sitios emblemáticos como Palacio Nacional. “¿Dónde están los policías? ¿Por qué permiten esto?”, cuestiona Ana López, una vendedora formal que teme por la seguridad de su negocio.
En el pasado, las autoridades han intentado regular el comercio informal con operativos y acuerdos, pero estos esfuerzos han sido inconsistentes. En 2008, un acuerdo municipal en Oaxaca limitaba el número de ambulantes en el Centro Histórico, pero una década después, la cifra se disparó un 324.6%. En la Ciudad de México, la historia parece repetirse, con promesas de reordenamiento que no se materializan.
Un futuro incierto para el Zócalo
Mientras los maestros de la CNTE mantienen su plantón y los ambulantes continúan su expansión, el Zócalo permanece atrapado en una crisis que amenaza su identidad como espacio público. Los ciudadanos exigen soluciones urgentes: desde un reordenamiento efectivo del comercio informal hasta una mayor presencia policial para garantizar el libre tránsito. Sin embargo, con las tensiones entre los manifestantes, los vendedores y las autoridades en aumento, el futuro del corazón de la Ciudad de México sigue en vilo.
“El Zócalo es nuestro, no de los ambulantes ni de los plantones. Queremos nuestra plaza de vuelta”, sentencia Laura González, resumiendo el clamor de miles de capitalinos que anhelan recuperar uno de los espacios más emblemáticos de México.
FOTOS: Darío Luna I El Universal
Por: Tavo Santos